México D. F., 11 de abril (Redacción LaSalud.com.mx).- España fue elegida para participar en un estudio internacional para probar un fármaco contra la adicción a la cocaína. Los hospitales Ramón Cajal, de Madrid, y Sant Pau, de Barcelona, además de otra institución de Valencia cuyo nombre no fue dado a conocer, administrarán el tratamiento a 150 pacientes. La prueba se efectuará a finales del presente año, o bien a principios del 2008.
Para participar en el estudio, los voluntarios deben tener un diagnóstico de dependencia a la cocaína, con o sin consumo de alcohol, y no ser adictos a otros opiáceos, como la heroína. El principio de la vacuna es administrar una molécula muy parecida a la de la cocaína, pero adulterada para que sea reconocida por el sistema inmune como una sustancia extraña. De esta manera, el organismo generará anticuerpos que impidan a esas moléculas llegar hasta el cerebro.
La vacuna absorbe la droga para impedir que llegue al sistema nervioso, por lo que inhibe el efecto placentero, aunque aún no puede asegurarse que el fármaco pueda evitar por completo las sensaciones que la droga produce. La meta es que los adictos abandonen poco a poco un hábito que ya no brinde placer.
“Parece que existe una variabilidad individual que comprobaremos en el estudio. En algunas personas se necesitarán más dosis para que el sistema inmune genere suficientes anticuerpos para impedir que la cocaína alcance el cerebro”, explicó José Pérez de los Cobos, psiquiatra del Hospital Sant Pau y coordinador del ensayo en España.
Al parecer, los pacientes recibirán probablemente cuatro dosis, una al comenzar el tratamiento y otras tres como refuerzo.
La doctora Enriqueta Ochoa, psiquiatra del hospital Ramón y Cajal, se mostró precavida ante el experimento: “Tengo esperanzas en la nueva vacuna de la cocaína, pero debemos saber que aún hay mucho trabajo por hacer. Hay que valorar muy bien los efectos secundarios y las dosis más apropiadas antes de ofrecerlo como tratamiento. No tendremos una vacuna a corto plazo”, advirtió.
Existe un antecedente de este tipo de tratamientos, el cual estaba dirigido a anular los efectos de la heroína y los opiáceos; consistía en unos implantes subcutáneos que liberaban naltrexona en el organismo de manera progresiva. Sin embargo, los resultados no fueron buenos. (Fuente: ABC)