México D. F.- El departamento de Medicina Ambiental y Ocupacional de
De acuerdo con el doctor Finlay Dick, líder de la investigación, las personas que han estado en contacto continuo con dichas sustancias químicas presentan un 41 por ciento más de riesgo de padecer Parkinson, mientras que aquellas con una exposición baja tienen un 13 por ciento de riesgo, comparados con quienes nunca habían estado expuestos.
Los investigadores recolectaron datos de 959 pacientes enfermos de Parkinson o con síntomas de la enfermedad, y de dos mil personas sanas. Todos los participantes contestaron un cuestionario sobre su nivel de exposición a productos como los pesticidas o a metales como el hierro, cobre y manganeso. También fueron interrogados sobre sus antecedentes familiares, de consumo de tabaco y si habían permanecido inconscientes alguna vez en su vida.
El equipo del doctor Dick reconoció que aún desconoce cuáles son los componentes más activos en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson, por lo que es necesario realizar más investigaciones al respecto.
Sin embargo, el estudio aporta evidencia para vincular la exposición a ciertos factores ambientales con los padecimientos neurodegenerativos, afirmó el doctor Michael S. Okun, director médico de
No obstante, aclaró Okun, sería un error asumir que los pesticidas están directamente relacionados con el Parkinson y cerrar la puerta a una potencial interacción entre estos factores y la predisposición genética, que parece ser la explicación más plausible del origen del padecimiento.
Otra de las conclusiones del estudio es que la enfermedad de Parkinson tiene un 35 por ciento más posibilidades de aparecer en personas que han estado inconscientes como consecuencia de un golpe en la cabeza. %u201CEvitar los golpes en la cabeza es una buena forma de evitar el riesgo de Parkinson (%u2026) Esto tiene implicaciones para los deportes de contacto, tales como el boxeo%u201D, advirtió el doctor Dick.
El mal de Parkinson es una afección neurológica vinculada con la destrucción progresiva de las células en el cerebro que producen dopamina, un mensajero químico entre las neuronas que intervienen en el control de la motricidad. Se expresa a través de tres síndromes: temblor sin pausa (que se manifiesta en dos tercios de los enfermos), rigidez de los músculos y lentitud de los movimientos.