Consumo de sustancias y VIH podría reducir en 10 años la esperanza de vida

Por: Jeremy Cruz.. Miembro fundador del Centro de Atención a Transgénero Integral (CATI). Maestro en Ciencias de la Salud/ Salud Mental Publica. Coordinador de la Sección Académica Diversidad Sexual de la APM.

LaSalud.mx .- El consumo de sustancias en los pacientes con VIH presenta una serie de interacciones complejas entre los factores biologicos, personales, de salud mental y sociales. El impacto del consumo de drogas y los trastornos mentales en la transmisión del VIH con un enfoque particular en las personas que sufren trastornos concomitantes mentales y de uso de sustancias. Es decir que presentan un: ‘triple diagnóstico’ (Klinkenberg et al 2004). La coocurrencia del VIH, consumo de sustancias y algún otro trastorno mental tiene elevadas prevalencias en los centros de tratamiento, las cuales superan el 50%, generando además cargas especificas a los sistemas de salud, a las familias y parejas de los sujetos. Esto representa una interacción compleja y un reto para los clínicos.  Es importante mencionar que presentar consumo de sustancias y VIH podría reducir en 10 años la esperanza de vida para los sujetos (Bing et al 2001 y Obel et al 2011).  La vulnerabilidad de las personas usuarias de drogas no está circunscrita a las sustancias, se relaciona con características diversas, prácticas sexuales de riesgo, redes sexuales y de consumo de sustancias en las que interactúan (Rossi et al 2009). Los usuarios de sustancias, con el apoyo apropiado, pueden obtener los mismos beneficios del tratamiento antirretroviral que otras personas con VIH indetectable sin consumo; Sin embargo, el tratamiento antirretroviral sigue estando limitado para las personas que consumen sustancias (Rossi et al 2009).  Una de las barreras para incrementar el acceso al tratamiento es la actitud negativa de los trabajadores de la salud hacia los usuarios de drogas ya que son vistos como: “Irresponsables en cuanto al cuidado de su salud”.

De los datos locales, sabemos que muchos sujetos prefieren suspender el tratamiento antirretroviral para consumir sustancias. Esto tiene un impacto en la adherencia e incrementa la morbilidad y mortalidad de la enfermedad. Las sustancias más reportadas en personas con VIH son etanol, cannabis y cocaina (Romanelli 2003 y Condesa 2014). Una de las respuestas más sencillas y complicadas está en educar al personal medico en consumo de sustancias y facilitar el acceso universal al tratamiento antirretroviral más asistencia psiquiátrica, social, así como al tratamiento médico para consumo de sustancias. Esto incrementara la adherencia y la esperanza de vida en los sujetos con triple diagnostico.

Desde hace unos 20 años hay nuevas sustancias en juego: Las drogas de club son altamente populares entre los hombres que tienen sexo con hombres, ejemplos de estas sustancias son estimulantes como: las anfetaminas, metanfetamina. Sustancias disociativas como LSD y ketamina e inhibitorias como el GHB.  El consumo de estas sustancias ha crecido hasta 60 veces mas en los ultimos 20 años. Un factor de riesgo es que el uso combinado con etanol incrementa sus efectos y puede asociarse a conductas de riesgo o sobredosis (Colfax G. et al 2006). Debido a la desinformación tanto del personal de salud como de los sujetos con VIH, se llega a suspender el tratamiento antirretroviral durante el consumo de sustancias, lo cual puede generar fallas en la adhetencia, resistencia a medicamentos y progresión de la enfermedad.

Aproximadamente 20% de los HSH han reportado simultaneidad de parejas y consumo de sustancias durante las relaciones sexuales (Hirata-Cruz 2018). El “Chemsex” o sexo químico consiste en mantener relaciones sexuales bajo intoxicación con sustancias estimulantes con el fin de tener una mayor duración y expansión del placer (Bourne 2015).  Desde 2011 los datos sugieren un aumento en las nuevas sustancias psicoactivas, tanto en las poblaciones heterosexuales como en los HSH, con especial preocupación enfocada en mefedrona y GHB / GBL (Drugscope, 2014; Stuart, 2013a; Kirby y Thornber-Dunwell, 2013). Hay variantes como el Chemsex DURO o SLAM, el cual se caracteriza por la administración de drogas psicoestimulantes mediante inyección intravenosa. Tales fenómenos han aumentado especialmente con la aparición de las nuevas sustancias psicoactivas (NSP) en el mercado (Bourne et al 2015). Si bien el Chemsex no es un fenómeno nuevo, los profesionales de la salud temen que la mayor disponibilidad y accesibilidad de las drogas y el sexo a través de sitios web y aplicaciones móviles haya aumentado la aceptabilidad, lo moderno y la incidencia de la Chemsex (Hockenhull et al 2017).

Las asociaciones entre las drogas y el sexo no son nuevas, sin embargo, el sexo bajo la influencia de drogas previamente populares, como el éxtasis y la cocaína a menudo fue accidental, en lugar de intencional y planeado, como se ha reportado con GHB / GBL, mephedrone o crystal meth. (Hurley & Prestage, 2009) El Chemsex Study (2014) informó que, si bien el Chemsex ha recibido una gran atención de los medios, la evidencia sobre el alcance del problema y los posibles daños fue limitada. Hay una falta de estadísticas confiables sobre el número de hombres involucrados, aunque se cree que la proporción de HSH que participan en chemsex es relativamente pequeña (Hockenhull et al 2017).

Este siglo ha traído versiones diferentes de Chemsex para México, en donde el uso de metanfetamina durante las sesiones de riesgo es por mucho la sustancia mas reportada durante las sesiones de sexo químico. En un estudio realizado por Chiasson en 2007, en 1,683 hombres que reportaron practicas sexuales de riesgo se encontró como un predictor significativo el uso de metanfetamina (OR ajustado = 5,67, P = 0,001). Hallazgos similares reportados por Winetrobe en el año 2014 se reportó que hasta el 28% de las conductas sexuales de riesgo son en contexto de intoxicación por sustancias.

Las conductas sexuales de riesgo están entrelazadas con el consumo de sustancias, esto podría explicar como; La negociación de sexo, especialmente en entornos de sexo grupal, se complica por los efectos de las drogas y un pequeño número de hombres informó preocupaciones relacionadas con el consentimiento sexual. Hoy contamos con herramientas para abordar estos temas de una forma más sencilla que abarcan hasta la actual pandemia de COVID-19 como la “Guía práctica: El Chemsex en los tiempos del COVID-19” que, sin abordar el problema con reducción de daños, da pequeños tips de salud.  Hay una serie de problemáticas identificadas que pueden ser vistas como áreas de oportunidad: Los pacientes muestran temor de hablar con los clínicos por miedo a ser juzgados y los clínicos tiene miedo o desconocen los términos para interrogar a los pacientes y tener los datos necesarios para poder ofrecer información preventiva. Hoy el papel de los clínicos tratantes de VIH es fundamental. Mientras mayor información se tenga sobre reducción de daños, interacciones entre las sustancias y los antirretrovirales, así como los nuevos tratamientos, se podría revolucionar la manera en como vemos el consumo de sustancias y tener un nuevo concepto llamado “CHEM-SAFE”. 

Este y otros interesantes artículos, acompañados de reportajes, entrevistas y colaboraciones especiales con algunos de los más connotados especialistas, los podrás encontrar en nuestra Edición Especial Multimedia de LaSalud.mx  “Temas Selectos de VIH 2021”.

Acerca Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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