La atención es una de las funciones ejecutivas primordiales para el aprendizaje, por lo que si se llega a presentar alguna dificultad en dicha condición, de manera significativa en niñas y niños en edad preescolar, (de tres a seis años de edad), puede relacionarse con algunos problemas para la adquisición del conocimiento.
María Teresa Monjarás Rodríguez, Académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, comentó lo anterior y también que las habilidades relacionadas como el control de impulsos y de nivel de actividad, motivación, además de interés, entendimiento y competencia -vitales para la convivencia social- se desarrollan de forma progresiva.
Al dictar la conferencia “Problemas de atención en preescolares”, en el Auditorio “Dr. Florente López”, de la FP, la doctora en Psicología y Salud explicó:
A partir de los cuatro meses de edad, los humanos desarrollan los componentes básicos de atención; a los cuatro años, cuando están en preescolar, logran seguir ciertas instrucciones sencillas, concretas, y su intención ya se dirige a un objetivo. No obstante, precisó, hay que lograr diferenciar qué “es lo normal y lo patológico” cuando hablamos de la atención.
A esa edad, tienden a centrarse en detalles exactos de un suceso, los cuales se les olvida con facilidad. “Pero cuando se trata de algo patológico, no es capaz de concluir juegos o actividades sin ser distraído y esto aparece en diferentes ambientes, no solo ocurre en la casa o en la escuela”, manifestó.
Sin embargo, sugirió que antes de pensar que se trata de una situación de esa naturaleza, es necesario considerar que existen factores que pueden influir en la atención: ambientales, ruido, presencia de otras personas, sobreestimulación o el tiempo de descanso.
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Diagnóstico preciso
La también maestra en Psicoterapia Infantil puntualizó que el denominado trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tiene tres síntomas inequívocos: falta de atención fuera del rango típico, impulsividad e hiperactividad.
Para diagnosticarlo deben intervenir diferentes especialistas en los rubros psicológico y médico, y atenderse en esta etapa para evitar que evolucione a problemas de aprendizaje, y quizá baja autoestima.
En algunos infantes la inatención, hiperactividad e impulsividad pueden ser considerados como “normales” en los rangos de edad de tres a seis años, por eso es complejo el diagnóstico, enfatizó.
Algunos indicadores persistentes podrían ser: aceptan a regañadientes las normas, en ocasiones practican juegos agresivos, formulan varias demandas, interrumpen constantemente a los adultos cuando hablan, y además buscan establecer sus propias reglas, no toleran la frustración y muestran rabietas.
De acuerdo con Monjarás Rodríguez, desafortunadamente en numerosas escuelas se carece del conocimiento para manejar a un infante con TDAH, además de que, en ocasiones, los padres son autoritarios o permisivos y cuesta trabajo llegar al equilibrio, por lo que es importante buscar ayuda y un diagnóstico preciso e integral.
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