El mal de Parkinson es una enfermedad neurológica degenerativa y progresiva, en la que el paciente presenta temblor, rigidez y lentitud en los movimientos, además de alteraciones en la postura y la marcha.
El padecimiento afecta por igual a hombres y mujeres, y aunque se presenta a partir de los 60 años de edad, existen casos que se manifiestan desde la segunda década de la vida. En 2010, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) brindó cerca de 132 mil consultas por esta enfermedad, de la cual el 11 de abril se celebra su Día Mundial.
El doctor Luis García Muñoz, especialista del Servicio de Neurocirugía de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Siglo XXI del IMSS, dijo que los principales síntomas no motores de la enfermedad son depresión, trastornos digestivos, alteraciones en el lenguaje y en la sensibilidad, entre otros.
Comentó que aún se desconoce la causa del mal; sin embargo, existe otra enfermedad similar denominada síndrome de Parkinson o Parkinsonismo secundario, de la cual se conocen factores de riesgo como el infarto cerebral, intoxicación por metales pesados (mercurio, manganeso, zinc) y por contacto con pesticidas, entre otros.
Para atender ambos padecimientos, el Instituto Mexicano del Seguro Social otorga tratamiento farmacológico, quirúrgico y rehabilitatorio, mencionó.
El neurocirujano explicó que de primera instancia se proporciona tratamiento con medicamentos; no obstante, cuando aparece el fenómeno %u201Cwearing-off%u201D, es decir, cuando los fármacos ya no logran controlar la rigidez o el temblor con la dosis habitual, se debe poner a consideración la cirugía.
La intervención quirúrgica, explicó el doctor García Muñoz, consiste en la estimulación eléctrica de estructuras cerebrales, la cual puede reducir e incluso suprimir los síntomas, mejorando con ello la calidad de vida del derechohabiente.
El paciente ingresa despierto a la cirugía, sólo con anestesia local, sin sedación, ni bajo efectos de los medicamentos para el control de la enfermedad, pues con ello ayuda a ubicar el lugar exacto para la colocación de los electrodos cerebrales. Cuando la inserción es correcta, inmediatamente se elimina el temblor y/o la rigidez.
Aún con la cirugía, el neurólogo dejó en claro que los fármacos, la rehabilitación y la atención psicológica siguen formando parte del tratamiento integral. La rehabilitación física consta de una serie de ejercicios que favorecen la movilidad de las extremidades; los más frecuentes se realizan en bicicleta fija y se promueve la natación e hidroterapia.
La enfermedad de Parkinson no tiene acciones preventivas; sin embargo, es importante que la familia participe en la rehabilitación y atención psicológica del paciente para ayudarle a mejorar su calidad de vida.
Para ello, el especialista recomendó al paciente y sus familiares asistir oportunamente a los servicios de Neurocirugía del Seguro Social para recibir el tratamiento integral adecuado a cada caso.