La fibromialgia es una enfermedad reumatológica de origen desconocido que se caracteriza por un dolor crónico y que muchas veces se acompaña de síntomas de depresión. Afecta fundamentalmente a mujeres y no existe una cura, pero distintos tratamientos pueden ayudar a aliviar los síntomas. La terapia psicológica de tipo cognitivo-conductual es una de las herramientas que se emplean y que ha mostrado ser de utilidad.
Ahora, un estudio multicéntrico con participación de investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), de la Universidad de Barcelona (UB) y de la Universidad de las Américas (UDLA) de Ecuador, publicado en acceso abierto en la revista International Journal of Clinical and Health Psychology, ha probado que otra forma de terapia psicológica, llamada terapia de constructos personales, es igual de eficaz a la hora de reducir los síntomas depresivos y de mejorar la calidad de vida de las pacientes.
Para Mari Aguilera, investigadora del grupo interuniversitario GRECIL, profesora de la UB y de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, y coautora principal del estudio, junto con la investigadora de la Universidad de las Américas Clara Paz, estos resultados implican poder “abrir el abanico de terapias eficaces y ganar en flexibilidad para adaptarse a las particularidades y necesidades de cada paciente”.
106 mujeres en un estudio pionero y multicéntrico
El trabajo, coordinado por el catedrático de Psicología de la UB Guillem Feixas, incluyó a 106 mujeres con fibromialgia y síntomas depresivos que eran atendidas en diez lugares diferentes: dos centros de salud mental y ocho centros de atención primaria. La asociación entre fibromialgia y depresión es frecuente en estas pacientes y parece viajar en los dos sentidos: una aumenta el riesgo y empeora las características de la otra.
Las voluntarias siguieron una terapia psicológica semanal durante cerca de cuatro meses. La mitad recibió una terapia estándar de tipo cognitivo-conductual, que ya se ha mostrado moderadamente eficaz en este tipo de pacientes. La otra mitad siguió un tratamiento basado en la terapia de constructos personales, un enfoque diferente y “centrado en la identidad de las personas, en cómo se ven a sí mismas, cómo ven lo que les pasa y cómo ven a los demás“, explica Joan Carles Medina, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC e investigador de la UB.
Los resultados del estudio muestran que ambas terapias redujeron los síntomas de depresión en aproximadamente el 60% de las mujeres participantes y que no hay diferencias significativas entre tratamientos. Además, también muestran mejoras en cuanto al impacto de la enfermedad en su funcionamiento diario y respecto al dolor. En concreto, prácticamente una de cada cuatro pacientes que recibieron la terapia de constructos personales mejoró su funcionamiento de forma relevante a medio plazo, y una de cada seis vio disminuido su dolor.
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Más herramientas para la personalización
“La fibromialgia no tiene una causa concreta conocida y tampoco una cura, pero una mejora psicológica repercute en la salud física”, detalla Aguilera. Esto, en especial, es importante en una enfermedad que “todavía es cuestionada por algunos médicos y a la que en muchas ocasiones se da menos importancia por el hecho de que afecta mayoritariamente a mujeres“, añade.
La terapia estándar de tipo cognitivo-conductual “está más interesada en la forma de modificar la conducta que en el porqué de esta”, comenta Aguilera, mientras que la terapia de constructos personales tiene un foco especial “en cómo construyes tu mundo y a qué das significado. Pero no se trata tanto de enfrentarlas como de comprobar que las dos pueden ser útiles desde una posición diferente“.
Algunos trabajos habían mostrado que la terapia de constructos personales podría ser eficaz en el tratamiento de la depresión, por ejemplo. Sin embargo, más allá de un pequeño estudio piloto, “es la primera vez que se estudia y se demuestra que este tipo de terapia puede ser de ayuda para pacientes con fibromialgia”, explica Medina. Disponer de más recursos probados permite adecuarse a las preferencias de las pacientes. “Nos sirve para personalizar y adaptar mejor los tratamientos. Tenemos más herramientas para escuchar, aprender y proponer estrategias”, concluye.
El estudio ha recibido financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España.
DZ
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