Según el Grupo de Expertos en Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (GENPE), el TDAH es la alteración neuropsiquiátrica más común a nivel mundial entre los niños. En América Latina afecta al cinco por ciento de la población infantil, refirió la académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, Silvia Ortiz León.
Se diagnostique o no, este trastorno puede ser de por vida. De hecho, cinco por ciento de los menores alrededor del mundo lo padece y de esta cantidad, una tercera parte lo experimentará en la vida adulta. El TDAH, se manifiesta más en varones, en una proporción de tres niños por cada niña, agregó.
En un principio, explicó, a quienes lo presentaban se les llamaba %u201Camorales%u201D porque eran poco proclives a respetar las reglas, pero al conocerse más, se llegó a pensar que era provocado por una lesión encefálica no visible y catalogada como %u201Cdaño cerebral mínimo%u201D.
Con el avance de la ciencia, los especialistas comenzaron a enfocarse en la función, es decir, las conductas de los niños y las razones que detonaban la hiperactividad y las alteraciones de conducta; este patrón fue designado como disfunción cerebral mínima.
Aunque fue hasta que la clínica comenzó a reportar alteraciones relacionadas con la atención que a este conjunto de características se le llamó Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, clasificado en tres tipos: trastorno predominantemente desatento; predominantemente hiperactivo-impulsivo y mixto, el más frecuente que se caracteriza por alteraciones a nivel cognitivo cerebral; puede ser definido como un trastorno neurobiológico, relacionado con los lóbulos frontales.
La profesora de la FM explicó que el TDAH hace que las personas exhiban alteraciones en la memoria de trabajo, organización y sistematización de la información, y les resulta difícil poner atención.
También es posible que no puedan mantener la atención de manera sostenida, que se distraigan con facilidad y les sea imposible retomar una actividad interrumpida.
Este fenómeno se manifiesta principalmente en menores que rondan los siete años, aunque se ha presentado en preescolares. En estos casos, los pequeños muestran una impulsividad manifiesta, muerden, atropellan a sus compañeros, hacen berrinches, no toleran la frustración, se impacientan con facilidad, demandan y arrebatan las cosas.
Ortiz León expuso que estos infantes nacen con el trastorno porque tienen una etiología genética y pueden tener problemas tempranos si son criados en un ambiente poco organizado y sin límites. Sin embargo, cuando los sujetos crecen en entornos más ordenados, los síntomas no son tan evidentes, hasta que llegan a la escuela y son obligados a organizar su tiempo, poner atención, manipular objetos, interactuar en grupo, emplear su capacidad cognitiva y omitir los estímulos irrelevantes.
En la formación primaria, abundó, los niños con TDAH generalmente son aquellos que pierden el uniforme, no tienen completo su material escolar, olvidan lavarse los dientes y manos, se levantan para jugar a la hora de la comida y no hacen la tarea.
El colegio es tan buen indicador de estas fallas, que cuando los padres piden ayuda, es porque el niño va mal en la escuela. Por lo general, explicó la académica, los pequeños hiperactivos son detectados con mayor facilidad que los desatentos, porque estos últimos no exhiben alteraciones importantes de conducta.
Este fenómeno, derivado de una observación insuficiente del pequeño, conlleva el riesgo de que el TDAH no sea detectado a tiempo y no se brinde atención temprana. Habitualmente, este tipo de evaluación se complica cuando los niños viven en ambientes estructurados y tienen madres obsesivas y controladoras.
Hay muchos jóvenes que llegan a la mayoría de edad sin saber que sus niveles de atención distan mucho de ser los óptimos, pero el problema aparece cuando se inscriben a la universidad, donde fallan como alumnos porque al aumentar la cantidad de trabajo, exigencia y profundidad de los conocimientos no pueden con los estudios, se distraen a la menor provocación y no avanzan académicamente, alertó.
Ya adultos y por su carácter impulsivo, las personas con Déficit de Atención son propensas a los accidentes sobre todo automovilísticos. Además, exhiben alteraciones importantes en el ciclo vigilia-sueño, olvidan o pierden objetos personales, llegan tarde a sus citas y manejan mal el dinero.
Ortiz León explicó que el tratamiento es multimodal e incluye prescripción de psicofármacos e intervenciones terapéuticas como la psicoeducación, en la que el paciente y su familia aprenden la etiología de la enfermedad y asumen que se trata de un asunto hereditario.
El protocolo médico más usual en estos casos consiste en la administración de un medicamento psiquiátrico (estimulante o no) que el individuo consumirá a lo largo de su vida.
Cuando las personas son diagnosticadas y tratadas adecuadamente, su nivel de vida se eleva, tanto en lo académico como en lo social, y aprenden a ser más organizadas, a manejar su tiempo y jerarquizar sus prioridades, concluyó.