Actualmente en el Cuadro Básico de Medicamentos existen pocas opciones para el tratamiento de la Enfermedad de Parkinson por lo que es preciso que se realicen procesos más expeditos para introducir nuevas y efectivas terapias en este esquema, afirmó el Dr. Humberto Carrasco Vargas, médico Internista y Neurólogo.
El también integrante de la Academia Mexicana de Neurología aseguró que %u201Cen el Cuadro Básico actual existen 3 clases de medicamentos para Parkinson, que son: la Levodopa; los agonistas dopaminérgicos como el Pramipexol, Pergolida y Bromocriptina y por último, los anticolinérgicos como el Trihexifenidilo y el Biperideno; sin embargo, para la inclusión de nuevas terapias, mismas que son usadas y avaladas en otros países, en México existe un retraso de dos o tres años.%u201D
De acuerdo con el especialista, la Levodopa es el estándar de oro en los tratamientos para la Enfermedad de Parkinson, ya que todos, en algún momento de su vida, tendrán que utilizarla, sin embargo, si se utiliza en etapas tempranas, el paciente, en el largo plazo, puede presentar disquinesias, que son movimientos involuntarios que llegan a ser mucho más incapacitantes que la propia enfermedad.
Respecto a los medicamentos como la Pergolida y la Bromocriptina, el Médico Neurólogo afirmó que %u201Cambos han sido dejados de lado, debido a que en el largo plazo tienen muchos efectos adversos, tales como fibrosis valvular cardiaca o pulmonar.%u201D
Urge inclusión de nuevas terapias
El Dr. Carrasco Vargas expresó que es necesario incluir, en el Cuadro Básico, medicamentos nuevos que estén respaldados por estudios internacionales en los que se haya demostrado su eficacia y seguridad.
%u201CLos expertos están de acuerdo que debemos comenzar a utilizar terapias que le ayuden al paciente a hacer más lenta la progresión de la enfermedad, por lo que hacemos un llamado para que se tomen en cuenta medicamentos tales como la Rasagilina, el cual es el único que ha demostrado, a través del estudio ADAGIO, eficacia y seguridad además de retrasar la progresión de los signos y síntomas del padecimiento,%u201D afirmó el también integrante de la Academia Americana de Neurología.
Al respecto de la aparición de más casos de esta enfermedad, en relación a años anteriores, el especialista dijo que %u201Cconforme la población va envejeciendo la frecuencia de las enfermedades neurodegenerativas va a ser mayor; para este tipo de enfermedades no hay métodos de prevención, pero sí podemos tener un diagnóstico oportuno y en la medida en que tengamos esto aunado a medicamentos eficaces, podremos mejorar la calidad de vida de la gente que las padecen.%u201D
La Enfermedad de Parkinson, explicó el galeno, se presenta en personas mayores, a partir de los 63 ó 65 años, sin embargo, existen formas juveniles y de presentación temprana antes de los 35 y, cabe señalar que muchos de estos casos representan variantes genéticas hereditarias de la enfermedad.
La Enfermedad de Parkinson es la segunda condición neurodegenerativa y progresiva más común que afecta a cerca de 4 millones de personas en el mundo, en tanto que en México la incidencia es de 200 a 400 por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud[1].
Para concluir el especialista hizo un llamado a la gente a acudir con el Médico Neurólogo si notan la presencia de temblor en una extremidad, ya que ningún temblor es normal y tiene que ser evaluado.
Acerca de la Enfermedad de Parkinson
La Enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que consiste en la pérdida de las neuronas que producen la dopamina cerebral, el cual es un grupo de neuronas que se encuentran en la sustancia negra del cerebro, ubicada en el tallo cerebral.
Los síntomas motores son el temblor en reposo, la rigidez, la bradicinesia (lentitud en el movimiento) y la inestabilidad en la postura.
Luego de varios estudios y encuestas entre enfermos de Parkinson, se determinó que los síntomas no-motores más recurrentes son el dolor en articulaciones, la incontinencia, el estreñimiento, trastornos del sueño, fatiga, ansiedad, pérdida del olfato y del gusto, problemas de visión borrosa y depresión.
Problemas como pérdida de la cognición y demencia, surgen en pacientes con etapas más avanzadas de la enfermedad.