El Parkinson es más que un desorden del movimiento. Afecta a cada aspecto de la vida diaria no sólo de las personas que tienen la enfermedad, sino de también sus familias y amigos. Cambia su humor, su trabajo, su economía y su tiempo libre, lo que provoca una menor participación en las actividades sociales que puede llevar al aislamiento.Es importante que todas las personas conozcan la enfermedad y los síntomas que pueden hacer sospechar que se está frente a un Parkinson. Se sabe que cuando más precozmente se instaure un tratamiento, mejor calidad de vida tendrá este paciente y su entorno.
En general esta enfermedad aparece de una manera insidiosa, poco a poco, es muy raro que aparezca de forma brusca. No obstante, a veces en los servicios de urgencias de los hospitales nos encontramos con pacientes que han perdido una cierta capacidad de movilización en un lado del cuerpo y puede parecer una patología cerebrovascular en una forma de presentación aguda, pero esto sucede excepcionalmente. Lo normal es que aparezca de forma lenta y este es el problema, la dificultad de diagnóstico, que puede obligar al paciente a acudir a una media de cinco médicos hasta que uno de estos sospeche que tiene la enfermedad de Parkinson, lo que además de alterar la calidad de vida de esa persona, provoca un retraso en el tratamiento.
Los sistemas sanitarios actuales en España son excelentes, pero su problema fundamental son las listas de espera. Esto es muy heterogéneo entre comunidades, en algunas la visita al neurólogo es relativamente rápida, pero la media suele ser de alrededor de un año, comenta el Doctor Juan Carlos Martínez Castrillo, Coordinador del Grupo de Estudio de los Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología.
Lo más importante es concienciar, mediante la educación y el conocimiento, para que la gente reconozca los síntomas, lo que también ayuda al médico .A veces una persona tiene la percepción interna de que lo que le han diagnosticado no es exactamente lo que piensa que tiene, y esa intuición hay que tenerla en cuenta.
Hace aproximadamente unos 15 años hubo alguna polémica sobre si el tratamiento podía ser tóxico para la enfermedad a largo plazo, pero esto ya no es así. Hay que comenzarlo lo más precozmente posible, como corroboran numerosos estudios, y sobretodo hacerlo a medida de cada paciente, en función de su situación personal, laboral y familiar.
La enfermedad de Parkinson, a pesar de considerarse crónica, es una de las que tienen más posibilidades terapéuticas, tanto en el inicio de la enfermedad como cuando avanza algo más. Investigaciones muy fructíferas llevadas a cabo desde finales de los años sesenta han permitido diversas técnicas terapéuticas muy eficaces, pero ahora el gran reto quizás sea el buscar tratamientos para cuando la enfermedad está más avanzada, ya que actualmente los existentes no son tan eficaces en estas circunstancias.
Además, cada persona tiene una respuesta diferente al tratamiento, y distintos efectos adversos. A la hora de iniciar el tratamiento dividimos en términos generales a los pacientes en personas jóvenes, de edad intermedia y personas mayores, ya que el tratamiento debe ser muy personalizado, interviniendo muchos factores no tanto en la respuesta terapéutica como en estos efectos adversos que pueden presentarse.
En el tratamiento se utiliza la levodopa, que es un fármaco que llega al cerebro y que nos aporta dopamina, ya que la enfermedad de Parkinson hace disminuir la cantidad que tenemos de esta sustancia. Esta estrategia lleva haciéndose desde hace muchos años, inhibiendo así estos fármacos el metabolismo de esta sustancia a nivel periférico, para que llegue más al cerebro de la manera más correcta posible.