Las personas que viven con VIH son de dos a ocho veces más propensas a adquirir trastornos mentales a causa de una atención tardía o desordenada , lo cual puede provocar deterioro cognitivo, depresión y ansiedad debido a la inflamación de ciertas partes del organismo que, aunado a la discriminación y estima social, los orilla a abusar y depender de sustancias psicotrópicas, señaló Carlos Magis, director de Atención Integral del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/Sida (Censida).
Durante su participación en un foro sobre VIH y psiquiatría celebrado en la Clínica Especializada Condesa, el especialista dijo que Censida reportó en 2013 170 mil personas con VIH de entre 15 y 49 años, lo que representa un 0.24 por ciento de la población general. De estos, del 12 al 75 por ciento presenta de ocho a 15 veces más propensión al trastorno de usos de sustancias.
Mencionó que además de éste, los trastornos mentales en personas con VIH más comunes son el trastorno depresivo mayor, los trastornos de ansiedad y el deterioro cognitivo.
“En nuestro país los trastornos afectivos y de ansiedad son más recurrentes en las mujeres, mientras que en los hombres se presenta con mayor frecuencia el de abuso de substancias, principal causa de relaciones sexuales de riesgo que decantan en la contracción de VIH” agregó.
Cifras
Recordó que en 1988 se detectó el primer paciente con VIH y con patologías neurológicas por lo que fue la primera pauta de investigación psiquiátrica en esta población.
Así, a lo largo de los años, comentó el también profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, se ha encontrado una prevalencia en México de 26 por ciento de uno o más trastornos de este tipo en pacientes con VIH, según cifras de Censida, sobre todo en hombres heterosexuales, 26 por ciento, más que los homosexuales, quienes presentan trastornos de depresión.
Esta prevalencia la atribuyó a que en los hombres se presenta con mayor frecuencia el trastorno de impulsividad que los hace experimentar con sustancias psicotrópicas.
En el caso de las metanfetaminas dijo que el daño neuronal para consumidores con VIH es más severo ya que la relación entre el VIH y los trastornos mentales es bidireccional, es decir, debido a la falta de un tratamiento constante y adecuado para el trastorno mental, se incrementa el riesgo de adquirir el virus o de tener un mal manejo del VIH, y con ello aumenta la posibilidad de padecer algún otro trastorno mental a lo largo de la evolución de la infección.
Asimismo, recalcó que la conjunción de un trastorno mental sin tratamiento con el VIH no sólo deviene en la disminución de la funcionalidad y calidad de vida del paciente, sino también disminuye la capacidad de acción de los antirretrovirales.
En México, según Magis, la prevalencia de trastornos mentales es cinco por ciento más alto que el nivel global; en casos de portación de este virus oscila del seis al 18 por ciento más que el global.
Recalcó que una principal fuente de riego son los trastornos de ansiedad que se reportan a edades más tempranas, seguido por los afectivos y de abusos de substancias, ya que permean las prácticas sexuales peligrosas, principal vía de transmisión del virus.
Atención especializada
Cifras oficiales señalan que en Clínica Especializada Condesa (CEC), 85 por ciento de los pacientes con VIH consumen sustancias. De dicho porcentaje, 20 por ciento consume una sola sustancia y 65 por ciento más de dos, por lo que 10 por ciento del total de consumidores con VIH presentan trastornos por el abuso de alcohol, cocaína, tabaco, poppers y cannabis.
El especialista explicó que el Programa de Salud Mental (PSM) de la CEC fue creado de forma especial enero del 2012 para atender personas transgénero y víctimas de violencia sexual.
Comentó que este se encuentra conformado por tres psicoterapeutas, tres psiquiatras y pasantes de servicio social de psicología, que abordan la problemática de salud mental del paciente con VIH de manera interdisciplinaria, con la intención de mejorar su calidad de vida y disminuir el impacto que un trastorno mental o inestabilidad en el control del virus de inmunodeficiencia.
Así, dijo que desde su creación y hasta finales de septiembre del 2014 han atendido un total de casi 9 mil pacientes, la mayoría por trastorno depresivo mayor.
Historia
De acuerdo con un documento elaborado por la CEC, en 1983, cuando se empieza a observar el miedo, aislamiento social y depresión que los pacientes con VIH padecían en centros de atención en salud, inició la serie de artículos científicos que reportaban la relación de la discriminación y el estigma con el curso de la propia enfermedad o del tratamiento.
Por un poco más de una década, el estigma y la discriminación fueron los principales actores de la relación que existía entre la depresión y el VIH.
El texto refiere que la relación entre el VIH y los trastornos mentales puede ser bidireccional, es decir, la falta de tratamiento adecuado de un trastorno mental puede incrementar el riesgo de adquirir el virus, y tener un mal manejo del VIH incrementa la posibilidad de padecer algún trastorno mental a lo largo de la evolución de la infección.
Igualmente, advierte la combinación de un trastorno mental sin tratamiento con el VIH pareciera entorpecer la evolución de la infección, poniendo en mayor riesgo a la persona a padecer alguna complicación, o incluso disminuir la funcionalidad y calidad de vida que tendría que alcanzar, aún siendo portadora.