La nueva normalidad, los Trastornos Neuropsiquiátricos post COVID-19

Por: Lenin Pavón Romero, José Luis Maldonado García. Laboratorio de Psicoinmunología, Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”

Sanamente.mx.- A poco más de un año de haberse diagnosticado el primer caso de infección por SARS-CoV-2, se ha observado la real dimensión de la huella psicológica y social que la pandemia está dejando, y que está repercutiendo en aspectos   de la salud mental. Los expertos señalan que “la cuarta oleada o cuarta fase” de la pandemia se caracterizará por un aumento de problemas neuropsiquiátricos resultantes del confinamiento, la ansiedad, el estrés agudo que experimenta la población por miedo a sufrir la enfermedad y como secuelas posteriores a la infección. Esto ocasionará una alta demanda de servicios médicos especializados.

En uno de los primeros reportes realizado en Wuhan y publicado en la revista “JAMA”, se describió que 36.4% de los pacientes estudiados desarrollaron diferentes grados de trastornos neurológicos, entre los cuales, se destacaron eventos cerebrovasculares agudos, alteraciones en el estado de conciencia y lesión muscular (1).

En este mismo sentido, en un estudio publicado por la Universidad de Oxford en   la revista “Brain” se describieron trastornos neurológicos asociados al COVID-19, entre los que destacan la encefalitis con delirios y psicosis, síndromes neuroinflamatorios y cuadros de accidentes cerebrovasculares.

Algunos de estos se presentaron después del egreso hospitalario, caracterizados por comportamientos extraños caracterizados por confusión, desorientación, alucinaciones, delirio de persecución y síndrome de Guillain Barré. En este estudio se concluyó que esta enfermedad causa un amplio espectro de síntomas neurológicos en los que se afecta al eje neurálgico (causando dolor) y la vasculatura cerebral. Un dato de suma importancia es que no se encontró una relación entre la gravedad del cuadro clínico de COVID-19 y la aparición de estos trastornos (2).

De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Orygen y La Trobe de Melbourne, Australia, y publicado en la revista “Schizophrenia Research”, se ha evidenciado un aumento en la pre- valencia de psicosis asociada al CO- VID-19. Este fenómeno estaría relaciona- do con una susceptibilidad preexistente en los pacientes, que, ante la exposición al virus y el estrés psicosocial, desencadenarían los cuadros. Esto denota la importancia de vigilar a pacientes con un antecedente de condición psiquiátrica ya que son más vulnerables a exacerbar la enfermedad (3).

Se ha propuesto que las manifestaciones neurológicas podrían ser consecuencia del estado hiperinflamatorio que experimentan los pacientes que cursan con la infección del virus SARS-CoV-2, en un estudio del Instituto San Rafael en Italia y publicado en la revista “Brain, Behavior, and Immunity”, se observó que al menos 55% de los pacientes evaluados presentaron al menos un trastornos psiquiátrico en los que el índice de inflamación sistémica correlacionó con altas puntuaciones en las escalas de ansiedad y depresión, proponiendo así la búsqueda de biomarcadores inflamatorios para diagnosticar y tratar estos desórdenes psiquiátricos (4).

Es importante destacar que no es necesario desarrollar una infección en el cerebro para desencadenar cambios conductuales y estos pueden ser ocasionados por la presencia de una respuesta inflamatoria crónica que puede inducir cambios neuroquímicos, hormonales e inflamatorios dentro del cerebro, que pueden ser responsables de algunos cuadros psiquiátricos en población susceptible (5). Esta inflamación también se presenta ante el estrés crónico, esto es de suma importancia porque el personal de salud y las personas que se encuentran en cuarentena también son susceptibles a desarrollar cuadros psiquiátricos, respecto a éstos últimos, con la información disponible en modelos animales de aislamiento social, sabemos que es un estresor severo y que los animales de experimentación sometidos a este estímulo terminan cursando con cambios en su comportamiento (5).

Este no sería el único mecanismo que podría estar involucrado en el origen de los cambios conductuales; los anticuerpos, que son proteínas que se encuentran en circulación y se generan posterior a una infección también pueden ocasionar alteraciones en individuos susceptibles, de tal forma que los anticuerpos dirigidos contra el virus pueden reconocer componentes del cerebro (por la similitud estructural entre algunas proteínas del virus y estructuras neuronales propias) y ocasionar la aparición de cuadros psiquiátricos. En la literatura médica existen algunos reportes de condiciones similares, denominadas “PANDAS” por sus siglas en ingles o encefalitis autoinmune (6,7).

De acuerdo con la experiencia con el SARS-CoV que apareció en China en 2002, se observó que, a pesar de haber una mejoría física en los pacientes después de la infección, la morbilidad psiquiátrica y la fatiga crónica persistieron y continuaron, siendo clínicamente significativas hasta al menos 4 años después del brote. En este punto se destaca que los trabajadores de la salud mostraron niveles de estrés, puntajes de depresión y ansiedad, así como síntomas postraumáticos aún más altos que los sobrevivientes a la infección (8).

De acuerdo con un estudio retrospectivo publicado en la revista “Lancet”, en el cual se evaluaron a 62,354 pacientes con COVID-19 en Estados Unidos, existe una relación bidireccional entre secuelas neuropsiquiátricas y la infección. Se estima que 1 de cada 5 pacientes puede desarrollar dichas complicaciones, las cuales podrían presentarse durante los primeros 90 días después de la infección. Adicionalmente, se resalta una alta incidencia de trastornos del sueño (9).

De acuerdo con un reporte de la Organización Mundial de la Salud, la salud mental en varios países se ha visto afectada significativamente, presentándose no solo problemas psiquiátricos, sino que un aumento en el consumo de bebidas alcohólicas y abuso de sustancias, como resultado de los cambios sociales derivados de la pandemia. Por todo lo anterior se deben de generar estrategias en materia de salud pública para mitigar este problema de salud, así mismo, se necesita realizar más estudios para comprender la etiopatogenia de las complicaciones neuropsiquiátricas y para desarrollar estrategias eficientes para prevenir un colapso en materia de salud mental, que empieza a observarse en el mundo entero por el aumento de la demanda de servicios de salud especializados en la salud mental (10,11).

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Bibliografía

  • 1. Mao L, Jin H, Wang M, Hu Y, Chen S, He Q, Chang J, Hong C, Zhou Y, Wang D, et al. Neurologic Manifestations of Hospitalized Patients with Coronavirus Disease 2019 in Wuhan, China. JAMA Neurol (2020) 77:683–690. doi:10.1001/jamaneurol.2020.1127
  • 2. Paterson RW, Brown RL, Benjamin L, Nortley R, Wiethoff S, Bharucha T, Jayaseelan DL, Kumar G, Raftopoulos RE, Zambreanu L, et al. The emerging spectrum of COVID-19 neurology: clinical, radiological and laboratory findings. Brain (2020) 143:3104–3120. doi:10.1093/brain/awaa240
  • 3. Brown E, Gray R, Lo Monaco S, O’Donoghue B, Nelson B, Thompson A, Francey S, McGorry P. The potential impact of COVID-19 on psychosis: A rapid review of contempo- rary epidemic and pandemic research. Schizophr Res (2020) 222:79–87. doi:10.1016/j. schres.2020.05.005
  • 4. Mazza MG, De Lorenzo R, Conte C, Poletti S, Vai B, Bollettini I, Melloni EMT, Furlan R, Ciceri F, Rovere-Querini P, et al. Anxiety and depression in COVID-19 survivors: Role of inflammatory and clinical predictors. Brain Behav Immun (2020) 89:594–600. doi:10.1016/j.bbi.2020.07.037
  • 5. Lee CH, Giuliani F. The Role of Inflammation in Depression and Fatigue. Front Immunol (2019) 10:1696. doi:10.3389/fimmu.2019.01696
  • 6. Hunter D, Jamet Z, Groc L. Autoimmunity and NMDA receptor in brain disorders: Where do we stand? Neurobiol Dis (2020) 147:105161. doi:10.1016/j.nbd.2020.105161
  • 7. Pavone P, Falsaperla R, Nicita F, Zecchini A, Battaglia C, Spalice A, Iozzi L, Parano E, Vi- taliti G, Verrotti A, et al. Pediatric Autoimmune Neuropsychiatric Disorder Associated with Streptococcal Infection (PANDAS): Clinical Manifestations, IVIG Treatment Outcomes, Results from a Cohort of Italian Patients. Neuropsychiatry (London) (2018) 08:854–860. doi:10.4172/neuropsychiatry.1000412
  • 8. Mak IWC, Chu CM, Pan PC, Yiu MGC, Chan VL. Long-term psychiatric morbidities among SARS survivors. Gen Hosp Psychiatry (2009) 31:318–326. doi:10.1016/j.genhos- ppsych.2009.03.001
  • 9. Taquet M, Luciano S, Geddes JR, Harrison PJ. Bidirectional associations between CO- VID-19 and psychiatric disorder: retrospective cohort studies of 62 354 COVID-19 cases in the USA. The lancet Psychiatry (2020) 0366:1–11. doi:10.1016/S2215-0366(20)30462-4
  • 10. Kuehn BM. Global Mental Health Services Are Collapsing as Demand Grows. JAMA (2020) 324:1933. doi:10.1001/jama.2020.22085
  • 11. World Health Organisation. The impact of COVID-19 on mental, neurological and substance use services. (2020). Available at: https://www.who.int/publications/i/ item/978924012455

Acerca Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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