Dormir menos horas de lo que la persona adulta requiere conforme a su edad por un largo periodo aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares, desarrollar tumores sólidos y de efectos neurocognitivos que provocan demencia y depresión, alertaron especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) “Ismael Cosío Villegas”.
En la sesión general sobre el Día Mundial del Sueño, que se conmemora el 19 de marzo con el lema: “Equidad de sueño para una salud global”, especialistas adscritos a la Unidad de Medicina del Sueño del INER puntualizaron que no dormir bien también debilita el sistema inmune.
Una persona de entre 20 y 60 años debe dormir entre siete y nueve horas corridas durante la noche; pero quien duerme menos de cinco horas tiene 45.2 por ciento más riesgo de padecer alguna infección viral respiratoria.
Personas especialistas del INER refieren que cada vez más mexicanos sufren insomnio, que provoca dificultades para resolver problemas; falta de atención y concentración; tardan más en responder ante cualquier estímulo y son más propensos a perder información a nivel metabólico; esto genera aumento de peso y resistencia a la insulina.
Algunos factores asociados con los trastornos del sueño son estrés, ansiedad, tristeza y pesimismo que dificultan dormir y tener un sueño reparador; esto da lugar a fatiga, que a su vez lleva al deterioro en el funcionamiento diurno de la persona.
En el mundo, hasta 70 por ciento de los accidentes en el ambiente laboral se asocia con somnolencia; dormir menos de cuatro horas aumenta 15 veces el riesgo de accidentes automovilísticos.
Para lograr un sueño reparador es recomendable mantener un horario de sueño regular; dormir en un lugar fresco, silencioso y sin luz, evitar la exposición a pantallas; hacer una cena ligera y saludable y realizar ejercicios por la mañana.
Sobre la apnea obstructiva del sueño, se caracteriza por episodios recurrentes de obstrucción parcial o total de la vía aérea superior, reduciendo la cantidad de aire que debe entrar a los pulmones.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2022 refiere que 27.3 por ciento de las personas adultas presenta alto riesgo de esta enfermedad, que predomina en zonas urbanas, principalmente en personas con diagnóstico de hipertensión, sobrepeso y obesidad.
La apnea obstructiva del sueño grave debe tratarse en una clínica de sueño, ya que la falta de atención provoca hipoxia intermitente, disminución de la saturación de oxígeno a los pulmones, alteraciones en la presión arterial e intratorácica, que a su vez generan enfermedades cardiovasculares.
La falta de diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad en la población infantil impacta de forma negativa en el ámbito cognitivo y conductual; disminuye el rendimiento, la atención, memoria, desarrollo de lenguaje y funciones ejecutorias, además de problemas de conducta, déficit de atención e hiperactividad y menor desempeño académico.
Esta población también experimenta alteraciones en la presión sistólica durante el día y, en casos graves, hipertensión arterial pulmonar, riesgo de sobrepeso y obesidad.
Existen diferentes tratamientos para la apnea, uno de ellos es con el uso de un aparato denominado CPAP, que está conectado a una manguera y una mascarilla para mandar aire a presión. Esto abre la vía aérea y el paciente puede respirar de forma adecuada mientras duerme.
También se cuenta con dispositivos orales, cirugía de vía aérea superior y terapia miofuncional, entre otras intervenciones. Especialistas del INER coincidieron en la necesidad de aumentar la conciencia de la población sobre la existencia de la apnea obstructiva del sueño y sus implicaciones en la salud, y que la detección temprana es clave para su abordaje integral y exitoso.
Para saber más …
Semana del Cerebro en el Instituto Nacional de Psiquiatría